jueves, 12 de abril de 2012
Niños en la guerra o soldados menores
La reacción, a través de sus transnacionales del pensamiento, ha convertido las cruzadas por los derechos del niño en zonas de conflicto en una herramienta de satanización de las fuerzas rebeldes. Por ejemplo, los niños que participan en la Intifada palestina, serían víctimas de la insanía mental de sus mayores, de la utilización oportunista de inescrupulosos mandos, etc. Recordamos que la propaganda nazi durante la ocupación de Rusia puso énfasis en la utilización de niños por la resistencia comunista. (El dicharacho “los comunistas utilizan niños”, se hizo extensivo antes a las mujeres) Cuando las cosas cambiaron de curso y Alemania fue invadida por el Ejército Rojo, las juventudes hitlerianas admitieron niños en sus filas. Así vemos a Hitler saludando a contingentes de niños armados con lanzacohetes antitanques.
¿Cuál ha sido el argumento de las transnacionales del pensamiento y de las aplanadoras mentales mediáticas? Que los niños no tienen capacidad para decidir. Igual dijeron antes de las mujeres "utilizadas vilmente por los comunistas sin dios y sin patria", porque eran consideradas seres infrahumanos. Recordemos que los primeros en tener políticas de inclusión de mujeres en fuerzas armadas fueron los soviéticos y por ello sufrieron la crítica mordaz del mundo “civilizado”.
ARGUMENTOS DE LOS ACUSADOS
¿Y cuáles son los argumentos de las fuerzas alzadas en armas que admiten o reclutan niños? Hay que conocer sus razones bajo las circunstancias o contexto del conflicto. En primer lugar, la consideración o concepción de que todo elemento humano que pueda disparar, es indispensable. Toda mano dispuesta a empuñar un fusil es necesaria. A ese argumento se le ha reconocido mayor validez en guerras de liberación nacional y/o defensa territorial, pero cuando se trata de guerrillas antisistémicas lo critican como una depravación. En segundo lugar, para reponer bajas: este argumento va aparejado con el anterior y ambos son inseparables para su análisis. Llegamos así a que toda diestra es útil y hay que reponer con suma rapidez efectivos muertos. Pero, tras esas circunstancias, ¿qué puede operar a favor únicamente de los niños involucrados?... ¿Alguien lo ha visto desde el punto de vista volitivo del niño-soldado?
Los niños, en un contexto de guerra, se ven obligados a madurar con extraordinaria rapidez: pierden familiares, hogar, escuela y derechos. Los que quedan desprotegidos y abandonados en zonas arrasadas son víctimas potenciales de quienes liquidaron a sus familiares o del hambre y las enfermedades. En tales apremios, los niños se ven obligados a optar por recursos de supervivencia, a tomar decisiones rápidas que frecuentemente se asocian con la venganza o sed de justicia. Otra opción en situaciones de generalización de la guerra es la defensa de un fin supremo, de la colectividad, del grupo social, la patria, etc. En ambas condiciones, fuerzas rebeldes como el FSLN en Nicaragua, el FMLN en El Salvador o la URNG guatemalteca tuvieron que plantearse políticas serias frente a una necesidad extraordinaria impuesta por la guerra.
EL PUNTO DE VISTA DE CLASE
El punto de vista de clase, la perspectiva política desde los intereses de una clase social determinada, es lo que hace la diferencia. Así como no existe una ética pura, tampoco existe una justicia única y universal. Mucho menos valores universales. La burguesía, a través del monopolio mediático, puede exhibir con simpatía hollywoodense la heroicidad de los niños que colaboraban con la resistencia antinazi del ghetto de Varsovia, 1943: se trata de niños judíos saboteando, disparando, acarreando armas e información o robando municiones a los nazis con gran riesgo de sus vidas. Pero si se tratase de niños palestinos haciendo hoy lo mismo contra el ejército israelí, la campaña mediática burguesa atacará con todo a la resistencia palestina por utilizar vilmente a los niños. Las transnacionales del pensamiento gozan de fuentes de financiamiento para campañas de protección de niños en zonas de conflicto, poniéndose mayor énfasis en la denuncia de fuerzas antisistémicas que los reclutan. Ningún dinero percibido para esos proyectos es inocente.
¿ALGUIEN QUIERE EXPRESAMENTE RECLUTAR NIÑOS?
La pregunta oportuna es: ¿alguien se propone expresamente la utilización de niños en los conflictos de baja intensidad? ¿Alguien tiene la idea previa de hacerlo o de convertirlo en política sistemática de su organización? El discurso anticomunista de la guerra fría aún está presente para denunciar la figura malévola del rojo corrompiendo la mente de los jóvenes. El revolucionario es un corruptor de menores que aprovecha su inocencia para lavarles el cerebro. Detrás de esta idea hay otras más: Primera, el menor es inocente, falto de discernimiento y de libertad para elegir. Segunda, sólo un ser sin madurez puede creer en el mensaje revolucionario.
Es evidente que una fuerza irregular alzada en armas preferiría adolescentes o jóvenes antes que a niños en sus filas. Por razones de rendimiento físico, son preferibles los combatientes mayores de 17 años hasta 35. Los niños de la guerra son producto de las circunstancias de la guerra, cuyo reclutamiento se puede dar en contextos donde cualquier posibilidad de supervivencia o "vida normal" ha desaparecido y cualquier tipo de institucionalidad protectora es elemento ausente. Las circunstancias hacen de la incorporación o reclutamiento de niños una necesidad extraordinaria, tal como sucedió en la invasión nazi a la URSS o en el contraataque soviético a Alemania, sólo que es un acto pecaminoso cuando el conflicto es de menor escala.
Así como decía el personaje de El Padrino de Mario Puzo: “si matas a un político es un asesinato, si un político ordena la muerte de un millón de personas, es un hecho histórico”, igualmente, si el reclutamiento de menores se da en una guerra de baja intensidad, si lo hace una guerrilla antisistémica, es un crimen brutal contra la infancia. Si Charles de Gaulle demandaba por radio que todo francés, hombre, mujer, niño o anciano fuese parte de la resistencia antifascista, se justificaba que los menores arriesgasen la vida, portasen dinamita, armas y municiones.
Veamos cómo lo trata el imperialismo y sus voceros: El profesor de la universidad de Georgetown Guillermo O'Brien escribió sobre la participación activa de niños palestinos en la primera Intifada: “parece que un número considerable, si no la mayoría, de las tropas de la intifada son gente joven, incluyendo alumnos elementales. Los contratan para arrojar piedras y cócteles molotov que lanzan y otras formas de violencia". En síntesis, este enemigo de la Intifada quiere decirnos que "los contratan", lo cual ya le da un sentido comercial o lucrativo al asunto; por qué no un aprovechamiento de la pobreza del niño o adolescente.
RESULTADOS Y PERSPECTIVAS
Nadie que esté en su sano juicio quisiera imponerle a la infancia, como sector desprotegido de la población, las inclemencias y sufrimientos de una guerra. La participación de los niños en la guerra es una circunstancia indeseada por cualquier ser racional. Pero la lógica de la guerra le va imponiendo sus rigores a las partes del conflicto y muchas veces asumen roles que no estaban previstos en sus programas originales. Cada guerra y cada organización que hace la guerra tienen sus características y circunstancias, de modo que toda generalización es una ofensa a la inteligencia.
Los menores de edad son las víctimas más frecuentes y más numerosas de todas las guerras, así no se incorporen a alguna de las partes beligerantes. El hambre y las enfermedades, durante la guerra, cobran más víctimas infantiles que las armas. Se presume que son sujetos pasivos de guerras que no fueron creadas por ellos, sino por los adultos. La presunción de pasividad absoluta y permanente no puede demostrarse como regla general. Esta presunción puede justificarse al principio, pero no cuando una guerra se generaliza en todos los ámbitos y espacios de un país. Mucho menos cuando se prolonga en el tiempo. Los niños, hemos dicho, tienden a una maduración precoz bajo altas presiones que ponen en peligro su existencia. Por lo tanto la presunción de ignorancia, falta de libre determinación, voluntad o discernimiento, es insostenible como norma general.
Los arquitectos del pensamiento colectivo, los monopolistas mediáticos y fundamentalistas de la verdad única globalizada, tratan de satanizar a sus opositores y enemigos estratégicos. Dentro de esa demonización encuadra la lógica de sobredimensionar “lo que hace mi contrario aunque yo también lo haga”. El sistema capitalista critica la utilización de niños por fuerzas antisistémicas, pero nunca otro sistema en la historia de la humanidad ha liquidado más niños por hambre y falta de servicios de salud que el capitalismo monopolista. Nunca otro sistema ha hecho de la prostitución y pornografía infantil un negocio transnacional. Nunca otro sistema ha ofrecido tantas drogas a bajo precio a la población infantil de menores recursos. Si se detuvieran todas las guerras antisistémicas, igualmente el sistema imperante seguiría asesinando niños a diario, cada hora y cada minuto. Sólo quienes cultivan la vana esperanza de humanizar al capitalismo pueden reproducir el ideario impuesto por aquellas transnacionales del pensamiento y hacerles el juego a los intereses de clase de quienes tienen el poder real.
Mientras haya guerras, como hemos dicho, imperará la necesidad de manos para empuñar armas y reponer las bajas. Mientras haya guerras, los niños seguirán siendo las primeras víctimas de actos violentos y muchos de ellos, de acuerdo a las circunstancias, tendrán que optar por estrategias de supervivencia. Entre éstas últimas, está la de enrolarse a una de las partes del conflicto.
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