domingo, 1 de abril de 2012
LUIS DE LA PUENTE UCEDA: LUCHADOR ANTIOLIGÁRQUICO
Celebremos el natalicio de uno de los mejores hijos del pueblo
LUIS DE LA PUENTE UCEDA: LUCHADOR ANTIOLIGÁRQUICO
Escribe: Dante Castro Arrasco
(ILDEPU-Lima)
Cuando conmemoramos un aniversario más del natalicio de Luis de la Puente Uceda, generalmente nos referimos a la última etapa de su vida, a la lucha armada y a su inmolación por un Perú más justo y solidario. Pero Lucho, como le llamaban y llaman hasta ahora sus contemporáneos, fue también un estudioso de la problemática del agro y de los innumerables conflictos sociales que se desprendían de la concentración en pocas manos de la propiedad de tierras. El latifundismo fue siempre una honda preocupación para él y también su consecuencia y sostén: la servidumbre. El Perú de aquel entonces era semifeudal y los gobiernos que se turnaban en la casa de Pizarro, sean dictaduras o democracias, tenían que compartir el espacio con el gamonalismo. La continuidad en el poder de la oligarquía terrateniente no sólo frenaba cualquier trasformación radical, de izquierda o socialista, sino que esclerotizaba el desarrollo del capitalismo.
Luis de la Puente Uceda no sólo reparte la tierra que heredó entre sus trabajadores, sino que empieza a volcar esa preocupación en sólidas páginas de investigación, cuando todavía era militante aprista. Todos conocemos que el partido aprista se enraizó en el norte peruano durante décadas, no sólo por ser su fundador norteño, sino porque la prédica inicial de la APRA fomentó el desarrollo de movimientos campesinos anti-latifundistas. Es así como Luis de la Puente Uceda, consecuente con los principios de la APRA, enarbola las banderas básicas del programa antioligárquico, antifeudal y antiimperialista. Leyendo su obra “La reforma del agro peruano”, publicación que goza de un excelente prólogo de Carlos Malpica, constatamos que Lucho requería de una segunda etapa de desarrollo de su pensamiento para llevar a cabo una auténtica revolución.
La claudicación de Victor Raúl Haya de la Torre en la década del 50’ hizo que jóvenes valiosos se separen de la táctica oficial sin aún salir de su partido. Luego crearían el APRA Rebelde y bajo el impacto sorprendente de la revolución cubana, radicalizaran aún más su posición. De allí nació el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), con el liderazgo indiscutible de Lucho y con una doctrina diametralmente opuesta al aprismo: el marxismo-leninismo.
En un país semifeudal, como el Perú de los 60’ y gobernado por la casta terrateniente en contuvernio con la burguesía dependiente del imperialismo, la fórmula democrática valía muy poco y el camino de las urnas estaba vedado para millones de hombres y mujeres del campo. Una ínfima minoría de peruanos podía ejercer el derecho a votar, por lo tanto, las elecciones no tenían el valor que sí tienen en países desarrollados. La estrategia del MIR, entonces, no fue errónea ni precipitada. Mucho menos aventurera o “foquista”. La lucha era por el poder, no por cuotas de poder.
Luis de la Puente Uceda no se convierte en revolucionario por seguir la corriente del pensamiento más avanzado del siglo XX ni mucho menos por inspiración de “ideas foráneas”, como siempre dicen los corifeos de la burguesía. En aquel tiempo, como ahora, se pretendía juzgar a los guerrilleros como agentes de potencias extranjeras. En aquel tiempo, sus ex-compañeros del partido aprista pidieron la pena máxima para los guerrilleros. En aquel tiempo, Armando Villanueva del Campo fue el primero en firmar el proyecto de ley que pedía la pena máxima para Lucho y sus camaradas. Que no nos sorprenda, entonces, la actitud del actual gobierno (aprista) contra los luchadores sociales. Si Lucho estuviera vivo, caminaría a la cabeza de nuestro pueblo. Y si Lucho hoy estuviera en primera fila conduciendo a nuestra militancia, el partido aprista seguiría pidiendo para él las penas más severas. Un talentoso revolucionario, consecuente y honesto, sería tratado como el peor de los criminales. Honor y gloria a su memoria. Saludemos su aniversario y natalicio con el puño en alto.
Patria o muerte... ¡Venceremos!...
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