martes, 17 de abril de 2012

MARIÁTEGUI A 82 AÑOS DE SU DESAPARICIÓN FÍSICA


EL PARTIDO COMUNISTA DE MARIÁTEGUI

El 07 de octubre de 1928, nueve socialistas dirigidos por José Carlos Mariátegui, firmaron el acta de constitución del Partido Socialista del Perú y aprobaron los Estatutos del mismo. La fundación del partido del proletariado era el resultado de una maduración ideológica a la luz de los conflictos sociales del país y del mundo. Se adopta tácticamente el nombre de “partido socialista”, pero en sus estatutos está registrada, inconfundiblemente, su filiación clasista proletaria, así como su ideología marxista-leninista e incorporación a la 3ª Internacional Comunista. El Amauta muere un 16 de abril de 1930, en plena etapa de definiciones e intercambio de documentos con la 3ª Internacional. El 20 de mayo, en la huerta chosicana del campesino Juan H. Peves, se aprueba el cambio de denominación a Partido Comunista del Perú.

Como esto ha sido malinterpretado por apristas y reformistas, conviene aclarar que para Mariátegui, el único socialismo posible estaba inspirado en la Revolución Bolchevique y en la 3ª Internacional. Por lo mismo, el cambio de denominación, deviene natural. Ya en números anteriores cerramos el debate con las tendencias confusionistas al respecto, pero ofrecemos un documento más, escrito por Mariátegui, para ilustrar al lector:

“A una encuesta sobre el socialismo y los artistas, Heinrich Zille en 1924 contestó con estas palabras: ‘A vuestras preguntas responderé los siguiente: Desde la edad de 14 años (1872) soy socialista. Pero desde 1914 no lo soy más. Desde que los comunistas dicen y aplican lo que antes los socialistas han querido hacer sin aplicarlo, soy comunista’. (…) Zille trabaja con su arte por la revolución y por el socialismo”. (JCM: Revista Amauta, N° 27, noviembre-diciembre 1929)


LA PARÁLISIS DEL PARTIDO COMUNISTA

Catorce años después de fundado, el Partido tuvo su Primer Congreso. ¿A qué se debió esta postergación? Alguien supondrá que Mariátegui descuidó la vida orgánica, pero este dislate es ajeno a la verdad. Al final del 9° principio programático, el Amauta indica que las tesis planteadas “quedarán definitivamente formuladas en el Primer Congreso del Partido.”

A la temprana muerte de Mariátegui, debemos agregar otras limitaciones que comprometieron seriamente el desarrollo del Partido. La composición del Comité Fundador, no era clasistamente homogénea y tampoco garantizó la continuidad del proyecto. La revista Amauta se evapora en manos de Ricardo Martínez de la Torre, quien desertó de la causa obrera. Luciano Castillo, opuesto a la 3ª Internacional, también desertó para constituir el Partido Socialista Peruano. Julio Portocarrero, degenerado derechista, fue expulsado en el primer congreso. Antonio Navarro Madrid, secretario de Mariátegui y por ello de suma confianza, también fue purgado por derechista.

La represión fascista de los gobiernos de Sánchez Cerro y de Benavidez y el oportunismo ultraizquierdista del secretario general Eudocio Ravines , fueron los principales factores de la parálisis orgánica. De estos tres factores, el más perjudicial fue la influencia negativa de Ravines, quien se propuso extirpar la interpretación marxista leninista de nuestra realidad y los métodos de dirección legados por Mariátegui. Así lo deja expresado en un documento al Comité Central en 1934:

“Nuestra posición frente al mariateguismo es y tiene que ser de combate implacable e irreconciliable puesto que él entraba la bolchevización orgánica e ideológica de nuestras filas.”

Sólo habían transcurrido cuatro años de su desaparición física. Pero la liquidación emprendida por Ravines no se redujo a condenar al fundador, sino que atrofió el desarrollo del Partido. Una pésima interpretación de la teoría leninista del “partido de cuadros” impuso una distancia insalvable entre la organización y los elementos progresistas en formación, añadiéndole su personal autoritarismo y sectarismo.

Se puede interpretar, a favor de Ravines, que la cadena de persecuciones, encarcelamientos y deportaciones le imposibilitaron efectuar su cargo. Pero la dirección no podía ejercerse desde el exterior, menos con directivas generales de la Tercera Internacional. A pesar de él, los comunistas no dejaron de luchar y de constituir células obreras y organismos de masas, mientras los gobiernos de turno los perseguían con ensañamiento.


OPÚSCULO DE UN TRAIDOR

Antes que la muerte frustrara su proyectado viaje a la Argentina, Mariátegui delegó la secretaría general a un militante probado que contaba con la confianza de la 3ª Internacional. En 1929 había contribuido con Armando Bazán, César Vallejo y Jacinto Paiva a la disolución de la célula aprista de París para adherirla al Partido Socialista de Mariátegui. Entre los camaradas de Lima y del exterior, financiaron su retorno para que asuma el cargo.

Nacido en Cajamarca, 1897, incursionó en política a través de la Universidad Popular González Prada. Fue deportado por el gobierno de Leguía y luego por la dictadura de Benavidez. Después de ser comisario en la guerra civil española, tras la derrota, fuga a Moscú para asumir tareas de la Komintern; colabora con el PC de Chile y el Frente Popular que llega al gobierno en 1938; vuelve a Moscú donde culmina traicionando. La 8° Conferencia Panamericana de Lima, 1938, fomentada por Roosevelt, propicia que apristas y comunistas se integren a las democracias en oposición al fascismo. Para las elecciones de 1939, el Partido dirigido por Ravines apoyó servilmente la candidatura del plutócrata Manuel Prado. En 1942, el PC del P hace su primer Congreso oficializando la expulsión de Ravines, por traición. Y en 1945, en plena euforia de la victoria antifascista, el presidente Prado financió el retorno de Ravines, sabiendo que había degenerado. La oligarquía tuvo en él a un periodista incondicional y anticomunista. En 1969 es desterrado por el gobierno de Velasco y privado de la nacionalidad peruana. Siguió ejerciendo un corrosivo periodismo reaccionario hasta su muerte a los 82 años en México, 1979, tras un sospechoso accidente automovilístico. Días antes, jóvenes con pañoletas rojinegras lo agredieron por difamar a la revolución sandinista.

EL PRIMER CONGRESO Y LAS PRIMERAS DESVIACIONES

Desde que Ravines subordinó la política comunista al pradismo, los militantes presos gestaron el núcleo opositor para promover la reestructuración del Partido. Esto se inició en la Cárcel de Varones de Lima y arribó a una Asamblea Extraordinaria que expulsó a Ravines y a sus incondicionales Nicolás Terreros, Julio Portocarrero y Antonio Navarro Madrid, eligiendo al Comité Organizador del Primer Congreso Nacional. Éste se dio entre el 29 de setiembre y el 5 de octubre de 1942, expulsando a los ravinistas y censurando a quienes se sometieron al régimen oligárquico de Prado (lo llamaron “el Stalin peruano”). Aún así, continuó la desviación de derecha con la propuesta de “unidad nacional” frente al fascismo, confundiendo a Prado con un representante de la burguesía nacional, proponiendo que los jóvenes comunistas cumplieran el servicio militar obligatorio y propiciando acercamientos con militares patriotas.

Los principales extravíos ideológicos del Primer Congreso son dos: el seguidismo a la política internacional de unidad antifascista y el abandono de la independencia de clase del proletariado. Se constata en sus conclusiones un énfasis desmesurado en la situación internacional y un descuido por las condiciones de explotación de los trabajadores peruanos.

En tal contexto se da la consigna de “convertir nuestro Partido en un poderoso partido de masas, tipo estalinista”. La cláusula 9ª de las conclusiones, precisa: “La construcción de un partido de masas de tipo nuevo, de tipo estalinista, requiere asimismo, en forma imperiosa la lucha enérgica, incansable, contra las tendencias nocivas del pasado”. Según ello, había que erradicar la estructura del “partido de cuadros”.


EL PARTIDO DE MASAS Y EL PARTIDO DE CUADROS

En 1929, Mariátegui escribió: “Todos los elementos responsables y autorizados de nuestra tendencia ideológica, están con nosotros, en el trabajo de dar vida a una agrupación definida, realista, de masas”. Y en carta a Vallejo, octubre del mismo año, agregó: “no cejaré en el empeño de dar vida a un partido de masas y de ideas, el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana”. Más claro lo dice el Amauta en cuanto al Comité fundador: “De acuerdo a las condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un Partido Socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas”. Nosotros interpretamos este anhelo como un exceso de optimismo e impericia en cuestiones orgánicas.

Guillermo Rouillon señala como errónea la tesis del partido socialista orientado por una fracción comunista en su interior:

"El Partido Socialista (igual que otras fuerzas similares del orbe en su faceta original) incurrió en patentes errores orgánicos. José Carlos, en este caso, no fue ajeno a ellos. Él, como estaba influido por la obra marxista revolucionaria desarrollada por Gramsci en Italia, juzgó útil que el Partido Socialista peruano (…), pudiera disponer de una fracción comunista que lo orientara (...). Pero tal medida, adoptada previa al acto de fundación del Partido Socialista y como fruto de la impericia, no persistió por mucho tiempo. (…) De súbito un cierto cuarteto de jóvenes pertenecientes al Cte. Central, ganados por la mentalidad socialdemócrata y que ostensiblemente pretendían separar el marxismo del leninismo, empezaron por formar un grupo opositor al de José Carlos. Es justo reconocer que esta amenaza de dividir al Partido, en una estéril contienda fraccional, le hizo enmendar rumbos a Mariátegui." ROUILLON, G. La creación heroica de José Carlos Mariátegui, t. 2, p. 407.

Según la teoría leninista del Partido, éste es una organización selecta de cuadros que organiza a las masas a través de otras estructuras. Los organismos de masas a que se refiere son correas de transmisión, organismos-puente y frentes amplios.

En cuanto a la estructura de cuadros, Lenin señala: “El único principio de organización serio a que deben atenerse los dirigentes de nuestro movimiento tiene que ser el siguiente: la más severa discreción conspirativa, la más rigurosa selección de afiliados y la preparación de revolucionarios profesionales.” (Qué hacer, p. 183)

Y Mariátegui coincide plenamente con Lenin cuando escribe:

“…una revolución es siempre la obra de una élite, de un equipo, de una falange de hombres heroicos y superiores”. (JCM. El problema de las elites, Variedades, 07/01/1928)

Lenin explica que: “…en la época del capitalismo, cuando las masas obreras son sometidas a una incesante explotación y no pueden desarrollar sus capacidades humanas, lo más característico para los partidos políticos obreros es justamente que sólo pueden abarcar a una minoría de su clase. El partido político puede agrupar tan sólo a una minoría de la clase, puesto que los obreros verdaderamente conscientes en toda sociedad capitalista no constituyen sino una minoría de todos los obreros. Por eso nos vemos precisados a reconocer que sólo esta minoría consciente puede dirigir a las grandes masas obreras y llevarlas tras de sí.” (Lenin: Sobre el papel del Partido Comunista, 1920)


LA NECESIDAD DE UN PARTIDO COMUNISTA

Hoy se hace necesario trabajar por la reconstitución del Partido Comunista del Perú que fundó Mariátegui, como una sólida estructura de cuadros que genere organismos de masas. Constatamos que las masas proletarias han sido abandonadas a su suerte por la clase política de “izquierda” y por la aristocracia sindical. La mayor cantidad de la población económicamente activa (PEA) carece de los mínimos derechos que demanda la OIT: estabilidad, sindicalización, jornada laboral, jubilación. Los intereses de la clase obrera no figuran en los discursos nacionalistas, populistas o progresistas: han sido obviados en el debate político. Urge una vanguardia de clase y un programa de poder. En la construcción de esa vanguardia, los trabajadores no pueden ser sustituidos por la pequeña burguesía que pretende actuar en su nombre. Los diferentes destacamentos de vanguardia marxistas-leninistas que actúan en el movimiento obrero, deben unir sus esfuerzos en esa dirección. Hagamos realidad ese estado mayor que el proletariado necesita para conquistar el poder y construir el socialismo.

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