Ya lo dijimos antes, pero ese fue el error: lo dijimos
nosotros y por eso el resto de bufones, arlequines y quioscos endebles que
componen la izquierda "moderada", no lo aceptaron ni lo van a
aceptar. Llamamos a luchar por una Nueva Constitución producto de la democracia
directa; llamamos a luchar contra la legislación electoral que nos legó Fujimori
y Montesinos; llamamos a oponernos al voto obligatorio; llamamos al respeto de
votos viciados y en blanco como manifestación de voluntad de un grueso número
de ciudadanos. Pero la izquierda en general desoyó los llamados y persistió en
jugar con las cartas marcadas del enemigo. La izquierda tradicional sigue avalando con su
presencia este orden de cosas. Está claro, pero el problema es quién lo dice,
no lo que se dice.
Esto me hace recordar a uno de los últimos mítines en la
Plaza San Martín, cuando los ultras de balcón exigían
marchar al Congreso. No dejaban hablar a los oradores pidiendo “movilización”. Bueno
pues, decidimos que sí. Y dije: ¡Marchemos!... Inmediatamente los "inmarcesibles" y
similares callaron, desistieron de marchar y nos dejaron solos ante la
represión y las lacrimógenas. Uno de los míos les consultó por qué no se
movilizaron y los "clasistas y combativos" respondieron: “No pues, no íbamos a marchar detrás
de ese señor revisionista”.
“Primero los chilenos antes que Piérola”, farfullaron
algunos peruanos en el siglo XIX. Y nunca me cayó bien Piérola, pero de haber
vivido en aquel entonces, habría fomento la unidad contra el enemigo común. Y
Piérola conspiró contra Cáceres y Prado fugó con la plata y Alan García volvió
a gobernar y Fujimori sigue siendo un referente encarcelado para miles de
votantes. Y desde 1990 los mismos inconsecuentes de la
izquierda oficial nos están llamando a votar por el “mal menor”, para que
después de haber elegido al equivocado, estemos pidiendo su cabeza porque nos
defraudó.
La mierdecilla que tiene cada peruano en sus laberintos
cerebrales es lo que ha impedido hacer de esto una gran nación y mucho peor,
hacer en ella una gran revolución. Y usted, hipócrita lector, es tan folclórico como todos los que se muerden la cola entre sí y se quitan el sitio con tal que
el otro no lo coja primero. Es tan mezquino como todos los
energúmenos que han hecho de este magnífico paisaje un país invivible. Lo peor es
que usted ni se da cuenta.
Ahora hay quienes piden que votemos en blanco porque no hay candidatos del pueblo. Ya parecería justo, ¿no?... Pero se olvidan que según la ley
electoral los votos en blanco y viciados se cargan a favor del ganador. ¿Por
qué? Porque Montesinos, durante la dictadura, se las ingenió para neutralizar
el "voto de la subversión" (viciados y en blanco) y hacerlos incomputables. Y
Montesinos hizo la ley electoral que la democracia heredó, como heredó la Base
Naval del Callao, prisión tumba ilegal que nadie "civilizado y democrático" se atreve a cuestionar, y la Constitución neoliberal y toda la legislación del régimen de facto.
O sea, el voto viciado y en blanco no es una
opinión respetable. O sea, hay libertades políticas, excepto no votar:
te multan por eso. ¿Y le llamas a esto una democracia liberal? ¿Te titulas de
izquierda y hasta revolucionario pero te niegas a combatir al mal en su raíz?
Nos dijeron que pronunciarse sobre los órganos de la
democracia directa de masas era una utopía. Les aclaro, ignorantes: los órganos de democracia directa están ya en la
legislación vigente y solo hay que repotenciarlos, reglamentar mejor sobre su
uso para ponerlos a funcionar con mayores alcances.
Ya dijimos que la izquierda no debe, no puede, reunirse sólo cuando hay elecciones. Eso se llama traicionar al pueblo, jugar con las ilusiones de los pobres. La izquierda tiene que estar unida para el combate día a día, en la acción directa de masas, que es lo importante. Lo secundario, es participar en elecciones como producto o reflejo de luchas mayores.
Para reunir a la izquierda hace falta el Frente Amplio para
el combate contra el neoliberalismo, pero no esa colección de traficantes y
corruptos que a cada rato se sientan en la larga mesa de expositores. Esa
gerontocracia ya cogobernó con los anteriores gobiernos de diferentes formas,
desde ministros, viceministros, embajadores hasta solícitos asesores. El Frente Amplio debe formarse desde la base,
por la base, luego elegir a sus dirigentes y candidatos desde abajo hacia
arriba: un militante, un voto. Las grandes personalidades del ayer pueden
irse a escribir sus biografías y no debemos permitirles vivir de su pasado.
Y nuestra plataforma sigue igual:
- Democracia directa de masas.
- Nueva Constitución.
- Nueva legislación electoral igualitaria, plural y participativa sin exclusiones.
- Libertad para votar y también para no votar: no obligatoriedad del voto.
- Respeto absoluto al cómputo de votos viciados y en blanco.
Acotemos: el voto de la izquierda existe, es masivo y
decisorio. Ha puesto un presidente para el país y una alcaldesa en Lima, aunque
ambos defraudaron a sus votantes. La táctica electoral se subordina al plan
estratégico y no al revés. La única manera de derrotar a la narco-política que
lava millones en cada campaña electoral y a la minero-política que impone a los
candidatos financiados por las transnacionales, es haciendo política.
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