domingo, 22 de diciembre de 2013

LA IZQUIERDA FRENTE A LA LEGALIZACIÓN DE LA MARIHUANA

El consumo de drogas por la juventud contestataria de la segunda mitad de los años 60’ fue programado por el departamento de estado norteamericano, instrumentalizado por la CIA y auspiciado por el FBI. El fenómeno Hippie fue neutralizado hasta hacerlo un lugar común de moda, extravagancia o sinónimo de libertad individual absoluta. La CIA consiguió así frenar la protesta generacional contra la guerra de Vietnam y disolverla en la banalidad subjetiva de hedonistas.

¿Puede demostrarse que la masificación del consumo de drogas fue un fenómeno espontáneo de los marginados? Me temo que no. El opio fue instrumento de esclavitud en épocas pasadas. En épocas más recientes, los dueños del poder masificaron el consumo de drogas entre los marginados para neutralizar el crecimiento de la protesta popular en plena guerra fría. Y hasta hoy sigue siendo un arma de control social.

El imperialismo actúa siempre con la escopeta de dos cañones. La persecución de actividades ilícitas va de la mano con el nada asolapado consentimiento de su existencia. Así, la comercialización de drogas corre la misma suerte que la pornografía infantil. Existen, se consumen y están prohibidas. La paradoja prohibitiva concede oportunidades de acumulación originaria de capital bajo la ilegalidad, para que luego circulen esos capitales en negocios lícitos. Esa es la doble moral.

La legalización no se le ocurrió a la izquierda y es una idea que ya se proponía en la  segunda mitad de los 80’. Uno de sus principales mentores fue el famoso economista monetarista Milton Friedman, autor de “Libertad de elegir”. Según Friedman, la prohibición de la marihuana es inmoral, ya que causa violencia e impide que la gente use su cuerpo libremente.


DE GURÚ DE PINOCHET A INSPIRADOR DE LA IZQUIERDA TRONCHISTA


Friedman ganó el Nobel gracias a su protagonismo en el “milagro chileno” durante la dictadura de Pinochet. En 1991 declaró en una entrevista en el Foro Americano sobre Drogas: "Pienso que América tendría la mitad de prisiones, la mitad de reclusos, diez mil homicidios menos al año, barrios urbanos en los que habría una oportunidad para gente pobre que viviría sin temer por sus vidas, ciudadanos que podrían ser respetables que son ahora adictos no convirtiéndose en criminales para obtener su droga, pudiendo obtenerlas con garantías de calidad".

Pero cuando se le preguntó por los efectos negativos, Friedman respondió: “El principal efecto adverso que podría tener la legalización sería que muy posiblemente habría más gente tomando drogas. Aunque esto no está claro en modo alguno. Pues, si se legalizan, se destruiría el mercado negro y el precio bajaría drásticamente. Y, como economista, sé que precios más bajos tienden a generar mayor demanda”. Ojo con esto, caviarones del tronchito.


LEGALIZACIÓN DE LA MARIHUANA


Friedman, en la misma entrevista dijo: "La marihuana es una sustancia pesada y voluminosa y, por tanto, relativamente fácil de interceptar. Los agentes antidroga han tenido más éxito apresando marihuana que, por ejemplo, cocaína. Así, los precios de la marihuana han subido, es más difícil obtenerla. Ha habido un incentivo para cultivar marihuana más potente y la gente se ha dirigido de la marihuana a la heroína, la cocaína o el crack". Interpretamos que la represión de la marihuana, hizo que los consumidores se dirigieran a drogas más duras. Pero obvia un detalle: el marihuanero casi siempre se dirige a experimentar con otras opciones y culmina en drogas más potentes.

La legalización de la marihuana es defendida por quienes prefieren en el mercado una droga blanda, con menos efectos perniciosos sobre la salud y la conciencia. Pero esto no deja de ser una ingenuidad. Son necesarios casi 30 días para que el cuerpo elimine el efecto de un solo cigarrillo de marihuana. El Dr. G. Chester de la Universidad de Oxford en 1985, afirmó que la cannabis es 4000 veces más poderosa que el alcohol, lo que fue avalado por el Medical Center  de Francia.


LAS IZQUIERDAS Y LA MARIHUANA


El presidente Mujica ha institucionalizado el matrimonio gay y legalizado la marihuana en Uruguay, lo cual ha hecho que los medios afines al imperialismo, lo nombren “país del año”.  No lo nombran tal por haber restituido los derechos laborales o transformar el modo de producción. Pero, ¿cuál es la posición de las izquierdas sobre la marihuana? Hay una izquierda light que coincide alegremente con las tesis librecambistas o liberales-capitalistas, dentro de las cuales encaja la libertad individual suma: con mi cuerpo, hago lo que quiero. Hay otra izquierda que tiene un proyecto de nueva sociedad y por lo tanto un proyecto de nuevo sujeto en la historia. Cabe recordar añejas discusiones sobre el hombre nuevo y el socialismo, del Che.

Si pensamos en el proyecto del hombre y la mujer nuevos, deberíamos aproximarnos a una descripción de los mismos. ¿Qué características tendrían? ¿La libertad individual suma o la subordinación del individuo al proyecto colectivo?

El consumidor de marihuana tiene problemas para el aprendizaje, ya que la yerba inhibe la capacidad de concentración y memoria de corto plazo, ocasionando una merma en el rendimiento. También ocasiona falta de motivación, fatiga, apatía y pérdida de interés en cuanto a responsabilidades y acciones que construyan habilidades en el sujeto. El uso frecuente provoca desajustes psicológicos y ocasiona daños en las funciones reproductivas.

Para la izquierda revolucionaria, el consumo de drogas es pernicioso y no contribuye a la formación del hombre y mujer nuevos.  No se admite entre su militancia. 

Si se trata de justificar su legalización con la desaparición de las mafias, aclaremos: la legalización propuesta es una forma de control y en sociedades que no gozan de pleno empleo, los sectores marginales seguirán micro comercializando drogas como estrategia de supervivencia. Nuestras ciudades no se parecen a Ámsterdam. Si se exige inscribirse para lograr un permiso de compra, más fácil la obtienes en las esquinas, porque siempre habrá un desocupado vendiéndola.

La propuesta de la izquierda revolucionaria persiste en la formación de un nuevo sujeto que no necesite de las drogas para ser feliz y que requiere de todas sus neuronas para trasformar el mundo. Legalizar significa algo más que regular su comercio: significa darle propaganda gratuita a la masificación del consumo. La “libertad de elegir” no es bandera del socialismo.