martes, 17 de abril de 2012

MARIÁTEGUI A 82 AÑOS DE SU DESAPARICIÓN FÍSICA


EL PARTIDO COMUNISTA DE MARIÁTEGUI

El 07 de octubre de 1928, nueve socialistas dirigidos por José Carlos Mariátegui, firmaron el acta de constitución del Partido Socialista del Perú y aprobaron los Estatutos del mismo. La fundación del partido del proletariado era el resultado de una maduración ideológica a la luz de los conflictos sociales del país y del mundo. Se adopta tácticamente el nombre de “partido socialista”, pero en sus estatutos está registrada, inconfundiblemente, su filiación clasista proletaria, así como su ideología marxista-leninista e incorporación a la 3ª Internacional Comunista. El Amauta muere un 16 de abril de 1930, en plena etapa de definiciones e intercambio de documentos con la 3ª Internacional. El 20 de mayo, en la huerta chosicana del campesino Juan H. Peves, se aprueba el cambio de denominación a Partido Comunista del Perú.

Como esto ha sido malinterpretado por apristas y reformistas, conviene aclarar que para Mariátegui, el único socialismo posible estaba inspirado en la Revolución Bolchevique y en la 3ª Internacional. Por lo mismo, el cambio de denominación, deviene natural. Ya en números anteriores cerramos el debate con las tendencias confusionistas al respecto, pero ofrecemos un documento más, escrito por Mariátegui, para ilustrar al lector:

“A una encuesta sobre el socialismo y los artistas, Heinrich Zille en 1924 contestó con estas palabras: ‘A vuestras preguntas responderé los siguiente: Desde la edad de 14 años (1872) soy socialista. Pero desde 1914 no lo soy más. Desde que los comunistas dicen y aplican lo que antes los socialistas han querido hacer sin aplicarlo, soy comunista’. (…) Zille trabaja con su arte por la revolución y por el socialismo”. (JCM: Revista Amauta, N° 27, noviembre-diciembre 1929)


LA PARÁLISIS DEL PARTIDO COMUNISTA

Catorce años después de fundado, el Partido tuvo su Primer Congreso. ¿A qué se debió esta postergación? Alguien supondrá que Mariátegui descuidó la vida orgánica, pero este dislate es ajeno a la verdad. Al final del 9° principio programático, el Amauta indica que las tesis planteadas “quedarán definitivamente formuladas en el Primer Congreso del Partido.”

A la temprana muerte de Mariátegui, debemos agregar otras limitaciones que comprometieron seriamente el desarrollo del Partido. La composición del Comité Fundador, no era clasistamente homogénea y tampoco garantizó la continuidad del proyecto. La revista Amauta se evapora en manos de Ricardo Martínez de la Torre, quien desertó de la causa obrera. Luciano Castillo, opuesto a la 3ª Internacional, también desertó para constituir el Partido Socialista Peruano. Julio Portocarrero, degenerado derechista, fue expulsado en el primer congreso. Antonio Navarro Madrid, secretario de Mariátegui y por ello de suma confianza, también fue purgado por derechista.

La represión fascista de los gobiernos de Sánchez Cerro y de Benavidez y el oportunismo ultraizquierdista del secretario general Eudocio Ravines , fueron los principales factores de la parálisis orgánica. De estos tres factores, el más perjudicial fue la influencia negativa de Ravines, quien se propuso extirpar la interpretación marxista leninista de nuestra realidad y los métodos de dirección legados por Mariátegui. Así lo deja expresado en un documento al Comité Central en 1934:

“Nuestra posición frente al mariateguismo es y tiene que ser de combate implacable e irreconciliable puesto que él entraba la bolchevización orgánica e ideológica de nuestras filas.”

Sólo habían transcurrido cuatro años de su desaparición física. Pero la liquidación emprendida por Ravines no se redujo a condenar al fundador, sino que atrofió el desarrollo del Partido. Una pésima interpretación de la teoría leninista del “partido de cuadros” impuso una distancia insalvable entre la organización y los elementos progresistas en formación, añadiéndole su personal autoritarismo y sectarismo.

Se puede interpretar, a favor de Ravines, que la cadena de persecuciones, encarcelamientos y deportaciones le imposibilitaron efectuar su cargo. Pero la dirección no podía ejercerse desde el exterior, menos con directivas generales de la Tercera Internacional. A pesar de él, los comunistas no dejaron de luchar y de constituir células obreras y organismos de masas, mientras los gobiernos de turno los perseguían con ensañamiento.


OPÚSCULO DE UN TRAIDOR

Antes que la muerte frustrara su proyectado viaje a la Argentina, Mariátegui delegó la secretaría general a un militante probado que contaba con la confianza de la 3ª Internacional. En 1929 había contribuido con Armando Bazán, César Vallejo y Jacinto Paiva a la disolución de la célula aprista de París para adherirla al Partido Socialista de Mariátegui. Entre los camaradas de Lima y del exterior, financiaron su retorno para que asuma el cargo.

Nacido en Cajamarca, 1897, incursionó en política a través de la Universidad Popular González Prada. Fue deportado por el gobierno de Leguía y luego por la dictadura de Benavidez. Después de ser comisario en la guerra civil española, tras la derrota, fuga a Moscú para asumir tareas de la Komintern; colabora con el PC de Chile y el Frente Popular que llega al gobierno en 1938; vuelve a Moscú donde culmina traicionando. La 8° Conferencia Panamericana de Lima, 1938, fomentada por Roosevelt, propicia que apristas y comunistas se integren a las democracias en oposición al fascismo. Para las elecciones de 1939, el Partido dirigido por Ravines apoyó servilmente la candidatura del plutócrata Manuel Prado. En 1942, el PC del P hace su primer Congreso oficializando la expulsión de Ravines, por traición. Y en 1945, en plena euforia de la victoria antifascista, el presidente Prado financió el retorno de Ravines, sabiendo que había degenerado. La oligarquía tuvo en él a un periodista incondicional y anticomunista. En 1969 es desterrado por el gobierno de Velasco y privado de la nacionalidad peruana. Siguió ejerciendo un corrosivo periodismo reaccionario hasta su muerte a los 82 años en México, 1979, tras un sospechoso accidente automovilístico. Días antes, jóvenes con pañoletas rojinegras lo agredieron por difamar a la revolución sandinista.

EL PRIMER CONGRESO Y LAS PRIMERAS DESVIACIONES

Desde que Ravines subordinó la política comunista al pradismo, los militantes presos gestaron el núcleo opositor para promover la reestructuración del Partido. Esto se inició en la Cárcel de Varones de Lima y arribó a una Asamblea Extraordinaria que expulsó a Ravines y a sus incondicionales Nicolás Terreros, Julio Portocarrero y Antonio Navarro Madrid, eligiendo al Comité Organizador del Primer Congreso Nacional. Éste se dio entre el 29 de setiembre y el 5 de octubre de 1942, expulsando a los ravinistas y censurando a quienes se sometieron al régimen oligárquico de Prado (lo llamaron “el Stalin peruano”). Aún así, continuó la desviación de derecha con la propuesta de “unidad nacional” frente al fascismo, confundiendo a Prado con un representante de la burguesía nacional, proponiendo que los jóvenes comunistas cumplieran el servicio militar obligatorio y propiciando acercamientos con militares patriotas.

Los principales extravíos ideológicos del Primer Congreso son dos: el seguidismo a la política internacional de unidad antifascista y el abandono de la independencia de clase del proletariado. Se constata en sus conclusiones un énfasis desmesurado en la situación internacional y un descuido por las condiciones de explotación de los trabajadores peruanos.

En tal contexto se da la consigna de “convertir nuestro Partido en un poderoso partido de masas, tipo estalinista”. La cláusula 9ª de las conclusiones, precisa: “La construcción de un partido de masas de tipo nuevo, de tipo estalinista, requiere asimismo, en forma imperiosa la lucha enérgica, incansable, contra las tendencias nocivas del pasado”. Según ello, había que erradicar la estructura del “partido de cuadros”.


EL PARTIDO DE MASAS Y EL PARTIDO DE CUADROS

En 1929, Mariátegui escribió: “Todos los elementos responsables y autorizados de nuestra tendencia ideológica, están con nosotros, en el trabajo de dar vida a una agrupación definida, realista, de masas”. Y en carta a Vallejo, octubre del mismo año, agregó: “no cejaré en el empeño de dar vida a un partido de masas y de ideas, el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana”. Más claro lo dice el Amauta en cuanto al Comité fundador: “De acuerdo a las condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un Partido Socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas”. Nosotros interpretamos este anhelo como un exceso de optimismo e impericia en cuestiones orgánicas.

Guillermo Rouillon señala como errónea la tesis del partido socialista orientado por una fracción comunista en su interior:

"El Partido Socialista (igual que otras fuerzas similares del orbe en su faceta original) incurrió en patentes errores orgánicos. José Carlos, en este caso, no fue ajeno a ellos. Él, como estaba influido por la obra marxista revolucionaria desarrollada por Gramsci en Italia, juzgó útil que el Partido Socialista peruano (…), pudiera disponer de una fracción comunista que lo orientara (...). Pero tal medida, adoptada previa al acto de fundación del Partido Socialista y como fruto de la impericia, no persistió por mucho tiempo. (…) De súbito un cierto cuarteto de jóvenes pertenecientes al Cte. Central, ganados por la mentalidad socialdemócrata y que ostensiblemente pretendían separar el marxismo del leninismo, empezaron por formar un grupo opositor al de José Carlos. Es justo reconocer que esta amenaza de dividir al Partido, en una estéril contienda fraccional, le hizo enmendar rumbos a Mariátegui." ROUILLON, G. La creación heroica de José Carlos Mariátegui, t. 2, p. 407.

Según la teoría leninista del Partido, éste es una organización selecta de cuadros que organiza a las masas a través de otras estructuras. Los organismos de masas a que se refiere son correas de transmisión, organismos-puente y frentes amplios.

En cuanto a la estructura de cuadros, Lenin señala: “El único principio de organización serio a que deben atenerse los dirigentes de nuestro movimiento tiene que ser el siguiente: la más severa discreción conspirativa, la más rigurosa selección de afiliados y la preparación de revolucionarios profesionales.” (Qué hacer, p. 183)

Y Mariátegui coincide plenamente con Lenin cuando escribe:

“…una revolución es siempre la obra de una élite, de un equipo, de una falange de hombres heroicos y superiores”. (JCM. El problema de las elites, Variedades, 07/01/1928)

Lenin explica que: “…en la época del capitalismo, cuando las masas obreras son sometidas a una incesante explotación y no pueden desarrollar sus capacidades humanas, lo más característico para los partidos políticos obreros es justamente que sólo pueden abarcar a una minoría de su clase. El partido político puede agrupar tan sólo a una minoría de la clase, puesto que los obreros verdaderamente conscientes en toda sociedad capitalista no constituyen sino una minoría de todos los obreros. Por eso nos vemos precisados a reconocer que sólo esta minoría consciente puede dirigir a las grandes masas obreras y llevarlas tras de sí.” (Lenin: Sobre el papel del Partido Comunista, 1920)


LA NECESIDAD DE UN PARTIDO COMUNISTA

Hoy se hace necesario trabajar por la reconstitución del Partido Comunista del Perú que fundó Mariátegui, como una sólida estructura de cuadros que genere organismos de masas. Constatamos que las masas proletarias han sido abandonadas a su suerte por la clase política de “izquierda” y por la aristocracia sindical. La mayor cantidad de la población económicamente activa (PEA) carece de los mínimos derechos que demanda la OIT: estabilidad, sindicalización, jornada laboral, jubilación. Los intereses de la clase obrera no figuran en los discursos nacionalistas, populistas o progresistas: han sido obviados en el debate político. Urge una vanguardia de clase y un programa de poder. En la construcción de esa vanguardia, los trabajadores no pueden ser sustituidos por la pequeña burguesía que pretende actuar en su nombre. Los diferentes destacamentos de vanguardia marxistas-leninistas que actúan en el movimiento obrero, deben unir sus esfuerzos en esa dirección. Hagamos realidad ese estado mayor que el proletariado necesita para conquistar el poder y construir el socialismo.

jueves, 12 de abril de 2012

Niños en la guerra o soldados menores


La reacción, a través de sus transnacionales del pensamiento, ha convertido las cruzadas por los derechos del niño en zonas de conflicto en una herramienta de satanización de las fuerzas rebeldes. Por ejemplo, los niños que participan en la Intifada palestina, serían víctimas de la insanía mental de sus mayores, de la utilización oportunista de inescrupulosos mandos, etc. Recordamos que la propaganda nazi durante la ocupación de Rusia puso énfasis en la utilización de niños por la resistencia comunista. (El dicharacho “los comunistas utilizan niños”, se hizo extensivo antes a las mujeres) Cuando las cosas cambiaron de curso y Alemania fue invadida por el Ejército Rojo, las juventudes hitlerianas admitieron niños en sus filas. Así vemos a Hitler saludando a contingentes de niños armados con lanzacohetes antitanques.

¿Cuál ha sido el argumento de las transnacionales del pensamiento y de las aplanadoras mentales mediáticas? Que los niños no tienen capacidad para decidir. Igual dijeron antes de las mujeres "utilizadas vilmente por los comunistas sin dios y sin patria", porque eran consideradas seres infrahumanos. Recordemos que los primeros en tener políticas de inclusión de mujeres en fuerzas armadas fueron los soviéticos y por ello sufrieron la crítica mordaz del mundo “civilizado”.

ARGUMENTOS DE LOS ACUSADOS

¿Y cuáles son los argumentos de las fuerzas alzadas en armas que admiten o reclutan niños? Hay que conocer sus razones bajo las circunstancias o contexto del conflicto. En primer lugar, la consideración o concepción de que todo elemento humano que pueda disparar, es indispensable. Toda mano dispuesta a empuñar un fusil es necesaria. A ese argumento se le ha reconocido mayor validez en guerras de liberación nacional y/o defensa territorial, pero cuando se trata de guerrillas antisistémicas lo critican como una depravación. En segundo lugar, para reponer bajas: este argumento va aparejado con el anterior y ambos son inseparables para su análisis. Llegamos así a que toda diestra es útil y hay que reponer con suma rapidez efectivos muertos. Pero, tras esas circunstancias, ¿qué puede operar a favor únicamente de los niños involucrados?... ¿Alguien lo ha visto desde el punto de vista volitivo del niño-soldado?

Los niños, en un contexto de guerra, se ven obligados a madurar con extraordinaria rapidez: pierden familiares, hogar, escuela y derechos. Los que quedan desprotegidos y abandonados en zonas arrasadas son víctimas potenciales de quienes liquidaron a sus familiares o del hambre y las enfermedades. En tales apremios, los niños se ven obligados a optar por recursos de supervivencia, a tomar decisiones rápidas que frecuentemente se asocian con la venganza o sed de justicia. Otra opción en situaciones de generalización de la guerra es la defensa de un fin supremo, de la colectividad, del grupo social, la patria, etc. En ambas condiciones, fuerzas rebeldes como el FSLN en Nicaragua, el FMLN en El Salvador o la URNG guatemalteca tuvieron que plantearse políticas serias frente a una necesidad extraordinaria impuesta por la guerra.

EL PUNTO DE VISTA DE CLASE

El punto de vista de clase, la perspectiva política desde los intereses de una clase social determinada, es lo que hace la diferencia. Así como no existe una ética pura, tampoco existe una justicia única y universal. Mucho menos valores universales. La burguesía, a través del monopolio mediático, puede exhibir con simpatía hollywoodense la heroicidad de los niños que colaboraban con la resistencia antinazi del ghetto de Varsovia, 1943: se trata de niños judíos saboteando, disparando, acarreando armas e información o robando municiones a los nazis con gran riesgo de sus vidas. Pero si se tratase de niños palestinos haciendo hoy lo mismo contra el ejército israelí, la campaña mediática burguesa atacará con todo a la resistencia palestina por utilizar vilmente a los niños. Las transnacionales del pensamiento gozan de fuentes de financiamiento para campañas de protección de niños en zonas de conflicto, poniéndose mayor énfasis en la denuncia de fuerzas antisistémicas que los reclutan. Ningún dinero percibido para esos proyectos es inocente.

¿ALGUIEN QUIERE EXPRESAMENTE RECLUTAR NIÑOS?

La pregunta oportuna es: ¿alguien se propone expresamente la utilización de niños en los conflictos de baja intensidad? ¿Alguien tiene la idea previa de hacerlo o de convertirlo en política sistemática de su organización? El discurso anticomunista de la guerra fría aún está presente para denunciar la figura malévola del rojo corrompiendo la mente de los jóvenes. El revolucionario es un corruptor de menores que aprovecha su inocencia para lavarles el cerebro. Detrás de esta idea hay otras más: Primera, el menor es inocente, falto de discernimiento y de libertad para elegir. Segunda, sólo un ser sin madurez puede creer en el mensaje revolucionario.

Es evidente que una fuerza irregular alzada en armas preferiría adolescentes o jóvenes antes que a niños en sus filas. Por razones de rendimiento físico, son preferibles los combatientes mayores de 17 años hasta 35. Los niños de la guerra son producto de las circunstancias de la guerra, cuyo reclutamiento se puede dar en contextos donde cualquier posibilidad de supervivencia o "vida normal" ha desaparecido y cualquier tipo de institucionalidad protectora es elemento ausente. Las circunstancias hacen de la incorporación o reclutamiento de niños una necesidad extraordinaria, tal como sucedió en la invasión nazi a la URSS o en el contraataque soviético a Alemania, sólo que es un acto pecaminoso cuando el conflicto es de menor escala.

Así como decía el personaje de El Padrino de Mario Puzo: “si matas a un político es un asesinato, si un político ordena la muerte de un millón de personas, es un hecho histórico”, igualmente, si el reclutamiento de menores se da en una guerra de baja intensidad, si lo hace una guerrilla antisistémica, es un crimen brutal contra la infancia. Si Charles de Gaulle demandaba por radio que todo francés, hombre, mujer, niño o anciano fuese parte de la resistencia antifascista, se justificaba que los menores arriesgasen la vida, portasen dinamita, armas y municiones.

Veamos cómo lo trata el imperialismo y sus voceros: El profesor de la universidad de Georgetown Guillermo O'Brien escribió sobre la participación activa de niños palestinos en la primera Intifada: “parece que un número considerable, si no la mayoría, de las tropas de la intifada son gente joven, incluyendo alumnos elementales. Los contratan para arrojar piedras y cócteles molotov que lanzan y otras formas de violencia". En síntesis, este enemigo de la Intifada quiere decirnos que "los contratan", lo cual ya le da un sentido comercial o lucrativo al asunto; por qué no un aprovechamiento de la pobreza del niño o adolescente.

RESULTADOS Y PERSPECTIVAS

Nadie que esté en su sano juicio quisiera imponerle a la infancia, como sector desprotegido de la población, las inclemencias y sufrimientos de una guerra. La participación de los niños en la guerra es una circunstancia indeseada por cualquier ser racional. Pero la lógica de la guerra le va imponiendo sus rigores a las partes del conflicto y muchas veces asumen roles que no estaban previstos en sus programas originales. Cada guerra y cada organización que hace la guerra tienen sus características y circunstancias, de modo que toda generalización es una ofensa a la inteligencia.

Los menores de edad son las víctimas más frecuentes y más numerosas de todas las guerras, así no se incorporen a alguna de las partes beligerantes. El hambre y las enfermedades, durante la guerra, cobran más víctimas infantiles que las armas. Se presume que son sujetos pasivos de guerras que no fueron creadas por ellos, sino por los adultos. La presunción de pasividad absoluta y permanente no puede demostrarse como regla general. Esta presunción puede justificarse al principio, pero no cuando una guerra se generaliza en todos los ámbitos y espacios de un país. Mucho menos cuando se prolonga en el tiempo. Los niños, hemos dicho, tienden a una maduración precoz bajo altas presiones que ponen en peligro su existencia. Por lo tanto la presunción de ignorancia, falta de libre determinación, voluntad o discernimiento, es insostenible como norma general.

Los arquitectos del pensamiento colectivo, los monopolistas mediáticos y fundamentalistas de la verdad única globalizada, tratan de satanizar a sus opositores y enemigos estratégicos. Dentro de esa demonización encuadra la lógica de sobredimensionar “lo que hace mi contrario aunque yo también lo haga”. El sistema capitalista critica la utilización de niños por fuerzas antisistémicas, pero nunca otro sistema en la historia de la humanidad ha liquidado más niños por hambre y falta de servicios de salud que el capitalismo monopolista. Nunca otro sistema ha hecho de la prostitución y pornografía infantil un negocio transnacional. Nunca otro sistema ha ofrecido tantas drogas a bajo precio a la población infantil de menores recursos. Si se detuvieran todas las guerras antisistémicas, igualmente el sistema imperante seguiría asesinando niños a diario, cada hora y cada minuto. Sólo quienes cultivan la vana esperanza de humanizar al capitalismo pueden reproducir el ideario impuesto por aquellas transnacionales del pensamiento y hacerles el juego a los intereses de clase de quienes tienen el poder real.

Mientras haya guerras, como hemos dicho, imperará la necesidad de manos para empuñar armas y reponer las bajas. Mientras haya guerras, los niños seguirán siendo las primeras víctimas de actos violentos y muchos de ellos, de acuerdo a las circunstancias, tendrán que optar por estrategias de supervivencia. Entre éstas últimas, está la de enrolarse a una de las partes del conflicto.

domingo, 1 de abril de 2012

LUIS DE LA PUENTE UCEDA: LUCHADOR ANTIOLIGÁRQUICO




Celebremos el natalicio de uno de los mejores hijos del pueblo
LUIS DE LA PUENTE UCEDA: LUCHADOR ANTIOLIGÁRQUICO
Escribe: Dante Castro Arrasco
(ILDEPU-Lima)

Cuando conmemoramos un aniversario más del natalicio de Luis de la Puente Uceda, generalmente nos referimos a la última etapa de su vida, a la lucha armada y a su inmolación por un Perú más justo y solidario. Pero Lucho, como le llamaban y llaman hasta ahora sus contemporáneos, fue también un estudioso de la problemática del agro y de los innumerables conflictos sociales que se desprendían de la concentración en pocas manos de la propiedad de tierras. El latifundismo fue siempre una honda preocupación para él y también su consecuencia y sostén: la servidumbre. El Perú de aquel entonces era semifeudal y los gobiernos que se turnaban en la casa de Pizarro, sean dictaduras o democracias, tenían que compartir el espacio con el gamonalismo. La continuidad en el poder de la oligarquía terrateniente no sólo frenaba cualquier trasformación radical, de izquierda o socialista, sino que esclerotizaba el desarrollo del capitalismo.

Luis de la Puente Uceda no sólo reparte la tierra que heredó entre sus trabajadores, sino que empieza a volcar esa preocupación en sólidas páginas de investigación, cuando todavía era militante aprista. Todos conocemos que el partido aprista se enraizó en el norte peruano durante décadas, no sólo por ser su fundador norteño, sino porque la prédica inicial de la APRA fomentó el desarrollo de movimientos campesinos anti-latifundistas. Es así como Luis de la Puente Uceda, consecuente con los principios de la APRA, enarbola las banderas básicas del programa antioligárquico, antifeudal y antiimperialista. Leyendo su obra “La reforma del agro peruano”, publicación que goza de un excelente prólogo de Carlos Malpica, constatamos que Lucho requería de una segunda etapa de desarrollo de su pensamiento para llevar a cabo una auténtica revolución.

La claudicación de Victor Raúl Haya de la Torre en la década del 50’ hizo que jóvenes valiosos se separen de la táctica oficial sin aún salir de su partido. Luego crearían el APRA Rebelde y bajo el impacto sorprendente de la revolución cubana, radicalizaran aún más su posición. De allí nació el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), con el liderazgo indiscutible de Lucho y con una doctrina diametralmente opuesta al aprismo: el marxismo-leninismo.

En un país semifeudal, como el Perú de los 60’ y gobernado por la casta terrateniente en contuvernio con la burguesía dependiente del imperialismo, la fórmula democrática valía muy poco y el camino de las urnas estaba vedado para millones de hombres y mujeres del campo. Una ínfima minoría de peruanos podía ejercer el derecho a votar, por lo tanto, las elecciones no tenían el valor que sí tienen en países desarrollados. La estrategia del MIR, entonces, no fue errónea ni precipitada. Mucho menos aventurera o “foquista”. La lucha era por el poder, no por cuotas de poder.

Luis de la Puente Uceda no se convierte en revolucionario por seguir la corriente del pensamiento más avanzado del siglo XX ni mucho menos por inspiración de “ideas foráneas”, como siempre dicen los corifeos de la burguesía. En aquel tiempo, como ahora, se pretendía juzgar a los guerrilleros como agentes de potencias extranjeras. En aquel tiempo, sus ex-compañeros del partido aprista pidieron la pena máxima para los guerrilleros. En aquel tiempo, Armando Villanueva del Campo fue el primero en firmar el proyecto de ley que pedía la pena máxima para Lucho y sus camaradas. Que no nos sorprenda, entonces, la actitud del actual gobierno (aprista) contra los luchadores sociales. Si Lucho estuviera vivo, caminaría a la cabeza de nuestro pueblo. Y si Lucho hoy estuviera en primera fila conduciendo a nuestra militancia, el partido aprista seguiría pidiendo para él las penas más severas. Un talentoso revolucionario, consecuente y honesto, sería tratado como el peor de los criminales. Honor y gloria a su memoria. Saludemos su aniversario y natalicio con el puño en alto.

Patria o muerte... ¡Venceremos!...