jueves, 27 de enero de 2011

MUJICA VISITA AL PERÚ, DONDE LA ALEGRÍA ES CENSURADA A PALOS


Desde las 4 de la tarde se nota un ambiente tenso en el frontis del Palacio Legislativo. Tropas bien formadas con uniformes de protocolo, entre los cuales destaca el de los Húsares de Junín, esperan bajo el sol abrasante de enero. La banda de músicos ensaya algunas tonadas mientras personal de inteligencia da vueltas al público que en las esquinas se empieza a interesar por tales movimientos. Los militantes de Despertar Nacional han llegado de a pocos y esperan mezclados con transeúntes y curiosos. Ya son varios quienes nos preguntan a quién recibirán esos soldados elegantes y le respondemos: al presidente Mujica, del Uruguay.

Se cumplen las cinco de la tarde bajo un sol que no se rinde. Los guardias antimotines que custodian el Congreso de la República obligan al escaso público a que se retiren hasta una esquina de jirón Junín. La gente protesta, pero aún de allí se puede ver. De pronto irrumpe entre el público un oficial del cuerpo antimotines, le arrancha a alguien una banderola que lleva doblada bajo el brazo. La decomisa; mejor dicho: la roba. Se trataba de una gigantografía en hule del partido Despertar Nacional que daba la bienvenida al presidente uruguayo. La actitud arbitraria de este oficial apellidado Frías luego se vería rubricada por sus órdenes para disolver violentamente a la pequeña multitud que gritaba “Bienvenido” al paso del coche donde llegó Mujica.

Los militantes de Despertar Nacional rápidamente confeccionaron un cartel, en papelógrafo y a plumón, que decía lo mismo, pero fue arbitrariamente arranchado por los guardias dirigidos por el comandante Frías. Hombres, mujeres, niños y ancianos fueron empujados con excesiva violencia por los escudos policiales, recibiendo golpes de palos y siendo presionados contra una tanqueta policial.

Los más maltratados fueron los miembros de la plancha presidencial de Despertar Nacional: Roberto Villar y Martina Portocarrero, ambos postulantes a vicepresidencias. Igualmente sufrieron la represión policial nuestros candidatos al congreso y el público que nos acompañaba. La pregunta pertinente es: ¿por qué?... ¿Qué pretende el gobierno y sus esbirros al aplicar la política de la cachiporra a una manifestación pacífica que solo quiso saludar la visita del presidente uruguayo?

La primera respuesta la encontramos en el silenciamiento mediático de este evento. La prensa parametrada por los últimos gobiernos “democráticos” (¿?) hace un silencio uniforme y monocorde bajo las órdenes personales de quien gobierna el país. Por lo tanto, todo lo que huela a izquierda y a rebelión de los pobres no debe ser objeto de noticia, ni de titulares ni de carátulas. Así fue con nuestro homenaje del domingo 23 a José María Arguedas y no tendría por qué ser distinto en el caso de Mujica.

La segunda respuesta es que la experiencia de Pepe Mujica sería un mal ejemplo para la política peruana. Aquí, donde una guerra interna larga y cruenta ha enlutado a miles de hogares peruanos, no es posible admitir que los subversivos de ayer se transformen en los candidatos de hoy.

Pepe Mujica pasó de las armas a las elecciones

Pepe Mujica, presidente de la república de Uruguay, fue militante tupamaro en los años 60’. Como él mismo confiesa a los medios de prensa, quiso cambiar el destino de su país por medio de la lucha armada. Las fuerzas armadas del Uruguay, al servicio del gran capital, aplicaron todo el rigor y agresividad posibles para impedir que los tupamaros triunfasen. Lo lograron, pero a costa de instaurar un régimen de facto basado en el terrorismo de Estado. Las torturas físicas y sicológicas, las desapariciones y asesinatos, la guerra sin prisioneros y las más grandes violaciones a los derechos humanos que practicaron otras dictaduras sudamericanas, primero se experimentaron en Uruguay.

Pepe Mujica sobrevivió a todo eso, a la tortura, a los interrogatorios, a la sub-alimentación y a la liquidación sicológica en una tumba para seres vivos. Luego del retorno a la democracia salió en libertad, beneficiado por una ley que en 1985 decretó la amnistía de todos los delitos políticos, comunes y militares conexos con estos, cometidos a partir del 1º de enero de 1962.

Fue electo diputado y senador para posteriormente ocupar el cargo de ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca entre 2005 y 2008. Fue el líder del Movimiento de Participación Popular, sector mayoritario del partido de izquierda Frente Amplio hasta su renuncia el 24 de mayo de 2009.

El gigante brasileño también tiene presidenta guerrillera

La actual presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tiene un pasado similar. Integró la resistencia contra la Dictadura Brasileña de los años '60, actuando posteriormente en uno de los más importantes grupos guerrilleros: “Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares”. Se le llamó la “Juana de Arco de la guerrilla”, debido a su importancia dentro de la organización. Fue detenida en 1970, siendo condenada por un tribunal militar sin garantías legales; estuvo presa de 1970 a 1973, sufriendo torturas. Rousseff llega a ser presidenta tras una importante carrera dentro del gobierno.

Tras haber estudiado Economía, ocupó a fines de los ochenta la Secretaría de Minas y Energía. En 2003, durante el primer mandato de Lula da Silva, Dilma asumió el ministerio de Energía y ocupó la jefatura de Gabinete del Gobierno en junio de 2005.

Su gestión se destacó por el impulso a un ambicioso plan de inversiones en infraestructura de saneamiento, viviendas, transporte, energía y recursos hídricos. Y al frente de la presidencia de la empresa petrolera estatal Petrobras, hizo que Brasil alcance la autosuficiencia en la producción de crudo. El 1° de enero asumió su nuevo cargo, convirtiéndose en la tercera mujer en alcanzar el poder democráticamente en Sudamérica (tras la chilena Michelle Bachelet y la argentina Cristina Fernández) y en la primera mujer presidenta de la historia de Brasil.

Los procesos sociales no se detienen a palos

Parece que los dueños del poder no aprenden las lecciones de la historia. Tal vez por eso han eliminado las horas en que se enseña este curso en los colegios. Pero la historia nos demuestra que los perseguidos de ayer casi siempre son los presidentes del mañana.

Así como un oficial venal y cobarde ha ordenado reprimir a palos una manifestación pacífica e inofensiva, cuyo único objetivo era congratular al mandatario uruguayo, igualmente la prensa parametrada bajo las órdenes de Alan García nos da palos publicitarios o nos asfixia en silencio. Ante ello decimos que se engañan a sí mismos quienes imaginan una solución represiva. Ni la cachiporra ni la mordaza han impedido el protagonismo de las masas.

Los procesos sociales son indetenibles, como la rebelión de los estómagos vacíos y la insurgencia de una juventud desempleada y subempleada. Como la rebelión de las comunidades en defensa de sus recursos, frente al saqueo de las transnacionales mineras. Como nuestra justa lucha en defensa del gas, de la soberanía y de los recursos naturales que le pertenecen al pueblo.

Mujica llegó a visitarnos, pero la agenda se la impuso Alan García para que no tenga oportunidad de dialogar con el pueblo y para que tampoco reciba muestras de simpatía. Que su visita sea objeto de notas cortas, no de titulares, ha sido el efecto mediático de la censura alanista. Que su visita pase desapercibida y que el ejemplo del guerrillero de ayer y presidente de hoy no sea emulado en un país como el nuestro, harto de corrupción, de explotación y entreguismo.

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